Pocas cosas resultan tan desconcertantes como acostarse temprano, dormir las ocho horas recomendadas y aun así, despertar sintiéndose más cansado que antes de dormir. Esta situación, cada vez más común, afecta a millones de personas en todo el mundo y se ha convertido en uno de los males silenciosos de la vida moderna.
En muchos casos, la sensación va más allá del simple agotamiento: el cuerpo amanece pesado, la mente nublada y en algunos casos, se experimentan síntomas similares a una resaca, aun sin haber ingerido una sola gota de alcohol. Aunque pueda parecer inexplicable, los expertos en salud del sueño aseguran que hay razones concretas detrás de este fenómeno.
¿Sabías que dormir ocho horas no garantiza descansar bien ni despertar con energía al día siguiente?
Dormir ocho horas es importante, pero no suficiente. Cuando el descanso nocturno no cumple su función reparadora, el problema no suele estar en la duración, sino en lo que ocurre durante el sueño o incluso en los hábitos previos a irse a la cama.
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- Apnea obstructiva del sueño:
Según la Mayo Clinic, uno de los trastornos más comunes es la apnea obstructiva del sueño, una condición en la que la persona deja de respirar repetidamente mientras duerme. Estos lapsos interrumpen el descanso profundo y muchas veces ni siquiera se perciben. Los ronquidos fuertes, despertarse jadeando o con sensación de ahogo pueden ser señales de alerta.
Si estos síntomas te resultan familiares, los expertos recomiendan acudir a un médico para realizar un diagnóstico adecuado, ya que la apnea no solo afecta la calidad del sueño, sino también puede tener consecuencias serias para la salud cardiovascular.
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- Insomnio:
Otra causa frecuente es el insomnio, que puede manifestarse como dificultad para conciliar el sueño o despertarse demasiado temprano sin poder volver a dormir. Aunque la cantidad ideal de descanso varía entre personas, la mayoría de los adultos necesita entre 7 y 9 horas diarias.
El insomnio también puede estar relacionado con ansiedad, estrés o malos hábitos diarios que sabotean nuestro descanso sin que lo notemos.
- Hábitos que arruinan el descanso:
No todo se reduce a trastornos clínicos. A menudo, el enemigo del buen dormir se esconde en los hábitos más cotidianos:
- Café a deshoras o alcohol antes de dormir: Aunque una copa de vino pueda parecer relajante, el alcohol afecta los ciclos del sueño profundo. Lo mismo ocurre con el exceso de cafeína durante el día, especialmente por la tarde o noche.
- Cenas pesadas o muy cercanas a la hora de dormir: Si cenas una hamburguesa con papas a las 9:30 p.m. y te acuestas a las 10, probablemente el cuerpo estará ocupado digiriendo durante tus primeras horas de sueño. Esto puede generar malestar, acidez y una noche interrumpida.
¿Qué puedes hacer si despiertas cansado todos los días a pesar de dormir suficiente?
Si cada mañana abres los ojos sintiéndote más agotado que cuando te acostaste, es hora de poner atención a tus hábitos y escuchar lo que tu cuerpo intenta decirte. La calidad del sueño no depende sólo de cuántas horas duermes, sino de cómo y en qué condiciones lo haces.
Pequeños cambios en tu rutina, como evitar el uso de pantallas antes de dormir, mantener horarios regulares y moderar lo que consumes por la noche, pueden marcar una gran diferencia.
Pero si el cansancio persiste, lo más sensato es consultar a un especialista en trastornos del sueño. Un estudio clínico puede ayudarte a detectar problemas subyacentes y encontrar un tratamiento adecuado.
