Las heces de mascotas, mal desechadas, representan hasta el 50% de las obstrucciones en el drenaje de zonas como Iztapalapa, según autoridades locales. Este tipo de residuos, aunque parezcan pequeños, se acumulan y forman tapones que impiden el flujo del agua. Durante lluvias intensas, estas obstrucciones contribuyen directamente a encharcamientos e inundaciones en la ciudad. La falta de cultura de manejo responsable convierte un problema doméstico en una crisis urbana.
En solo seis meses, la Segiagua retiró más de 23 mil toneladas de basura de la red de drenaje capitalina, gran parte compuesta por bolsas con excremento. Estas labores implican altos costos económicos y humanos, pues requieren de brigadas de desazolve permanente. Aunque sean pequeñas, las bolsas con desechos de mascotas generan un impacto desproporcionado cuando se acumulan.
¿Por qué las heces de tus mascotas empeoran las inundaciones en la Ciudad de México?
En zonas con mucha vida de barrio y áreas verdes, los servicios de desazolve han detectado un patrón recurrente: bolsas con heces atadas y bolas de pelo que terminan en coladeras o en la basura común y forman tapones cuando llueve. En algunas demarcaciones, como Iztapalapa, las autoridades territoriales calculan que entre 40% y 50% de los servicios de desazolve en áreas afectadas se deben a residuos de mascotas.
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Esos pequeños atascos, multiplicados por miles de coladeras, suman un problema estructural cuando la precipitación alcanza niveles históricos.
¿Cómo debo desechar las heces de mi perro para evitar taponamientos?
Las recomendaciones prácticas y validadas por especialistas y dependencias de agua son sencillas y efectivas:
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- No depositarlas en coladeras ni en la calle. Aunque uses bolsas “biodegradables”, muchas tardan meses o años en degradarse y se comportan como plástico en el sistema pluvial.
- Deposítalas en el contenedor de residuos no reciclables (bote gris) o en la basura doméstica cerrada; evitar dejarlas sueltas en la vía pública reduce el riesgo de arrastre hacia rejillas y barrancas.
- Descargar en el inodoro es una opción válida cuando sea posible (y el sistema domiciliario lo permita). Muchos municipios recomiendan esta práctica como la más segura para el drenaje.
- Usar bolsas compostables certificadas sólo si no hay otra alternativa inmediata y depositarlas luego en la basura no reciclable; evitar composteras caseras si no se tienen las condiciones sanitarias adecuadas.
Además, medidas de higiene personal (lavado de manos) y desparasitación regular de las mascotas reducen riesgos sanitarios asociados a heces abandonadas. Recoger, anudar y colocar la bolsa en el contenedor correcto es un gesto corto con impacto urbano grande.
¿Qué pueden hacer las autoridades y la comunidad para reducir el problema?
Las cifras son reveladoras: en los primeros seis meses de 2025 las autoridades de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua) y otras instancias han retirado decenas de miles de toneladas de basura de la red, una parte significativa compuesta por bolsas con excremento de mascotas, acciones de limpieza que consumen recursos y tiempo y que no alcanzan si no cambia la conducta ciudadana.
Las soluciones combinadas que ya se discuten o implementan incluyen: campañas de concientización y sanción (Ley de Cultura Cívica aplica multas por no recoger excrementos), instalación de depósitos inteligentes para recolección puntual, colocación de estaciones para bolsas y dispensarios en parques, y programas piloto para convertir materia fecal canina en composta o biogás, siempre con controles sanitarios.
La clave, insisten autoridades y especialistas, es responsabilidad individual: no son las mascotas las que provocan inundaciones, sino el mal manejo de sus desechos. Un tutor responsable evita arrojar bolsas en la calle, utiliza el contenedor correcto o el inodoro cuando es viable y participa en la limpieza y vigilancia de su colonia.
