Entre las montañas frías de Arteaga se encuentra La Biznaga, una comunidad que desde la década de 1960 carga con una reputación tan temida como fascinante: la de ser tierra de brujas.
La historia comenzó cuando varios habitantes aseguraron haber visto a un grupo de mujeres transformadas en aves que danzaban alrededor de una fogata, celebrando un aquelarre.
Uno de los testigos fue Jacobo, hoy juez de paz del pueblo, quien entonces tenía apenas 12 años. Él recuerda con claridad aquella noche que marcó para siempre la identidad del lugar. Desde entonces, La Biznaga se convirtió en sinónimo de misterio y magia.
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¿Por qué los habitantes niegan la existencia de brujas ante los forasteros?
Cuando un visitante llega a La Biznaga y pregunta por las supuestas brujas, los pobladores suelen negar cualquier vínculo con la hechicería. “Aquí hay brujas, pero solo de las bolsas”, dicen en tono de burla, aludiendo a la pobreza de la región.
Sin embargo, quienes logran ganarse la confianza de los lugareños escuchan historias distintas. Nombres, prácticas y testimonios comienzan a salir a la luz. Entre las más conocidas se encuentra Martha Molina, una de las pocas que acepta hablar públicamente de su oficio y de la dualidad que existe entre la magia blanca y la negra.
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¿Cómo viven los pobladores entre hechizos, maldiciones y rivalidades místicas?
El periodista Jesús Peña, del Semanario de Coahuila, relató en un reportaje que en La Biznaga la vida transcurre bajo una constante “guerra de embrujos”. Los habitantes recurren indistintamente a brujas blancas o negras para resolver conflictos personales o venganzas, generando una especie de equilibrio tenso entre ambos bandos.
Algunos vecinos aseguran que esta batalla invisible ha dejado secuelas: personas que de repente pierden la vista, hombres que dicen haber quedado impotentes, mujeres incapaces de embarazarse o de encontrar el amor. Todo, según ellos, producto de la magia.
¿Qué secretos guarda el misterioso Panteón de la Luz en La Biznaga?
El único cementerio del pueblo, el Panteón de la Luz, refleja mejor que ningún otro sitio el misticismo que rodea a La Biznaga. Su suelo está lleno de restos de amuletos, velas y prendas enterradas.
Mientras las brujas negras entierran ropa interior y objetos personales para realizar conjuros amorosos, las brujas blancas los desentierran con el fin de liberar a sus clientes de maleficios y ataduras.
¿Por qué personas de todo México viajan hasta este pueblo en busca de ayuda?
Pese a su tamaño reducido y a su aislamiento, La Biznaga recibe visitantes de lugares tan lejanos como Nuevo León, Sinaloa, Querétaro y Saltillo. Muchos acuden buscando curaciones, protección o soluciones a problemas personales que aseguran no poder resolver por medios tradicionales.
Así, entre rezos, amuletos y rituales, este pequeño rincón de Coahuila mantiene viva una tradición que mezcla fe, miedo y fascinación.